La minería no suele ser tema en Chile, a menos que se trate de su aporte a las arcas fiscales o discusiones sobre su propiedad, como lo reflejan los proyectos que actualmente se debaten en el Congreso y el renacimiento de los aires de nacionalización que vimos en el marco de la Convención Constitucional.

Pero el pasado 2 de diciembre fuimos testigos de algo distinto: en el ex Congreso Nacional de Santiago, representantes del Senado y la Fundación Encuentros del Futuro, en conjunto con Cesco y la colaboración de más de 150 profesionales y académicos de diversas especialidades, lanzaron la publicación Minería Verde para Enfrentar la Emergencia Climática, en el marco de la iniciativa Chile tiene Futuro desde sus Territorios.

En esa oportunidad no primaron las usuales críticas, muchas veces asociadas a la labor que realizan las compañías mineras, olvidando o desconociendo que esta actividad comprende un ecosistema mucho más amplio y variado. En la ocasión que les comento, el foco que convocaba a todos presentes era el aprovechar una de esas raras oportunidades que ofrece la historia a algunos países, y que -aprovechada con sabiduría-, les permite dar el salto hacia un nivel más elevado de desarrollo, más profundo, inclusivo y basado en el conocimiento.

¿Cuál es esa oportunidad? El mundo va a necesitar entre 6 y 8 millones de toneladas de cobre adicionales, y tan solo contabilizadas al 2030, para avanzar hacia la anhelada descarbonización energética mediante la electrificación, indispensable para mitigar la amenaza del cambio climático. “El cobre es el nuevo petróleo”, como señaló Goldman Sachs hace ya más de un año.

Algo parecido podemos decir respecto del litio, aunque probablemente en su caso, la ventana de oportunidad es muchos más acotada; y lamentablemente nos estamos quedando atrás. Australia ya nos superó como primer productor mundial, y todo apunta a que pronto podríamos perder uno o dos lugares más.

La minería en Chile enfrenta grandes retos, pero uno particularmente desafiante es el de su legitimidad. Está claro que hay mucha crítica respecto de la actividad minera, especialmente por de sus impactos en los territorios de sus operaciones.

El principal obstáculo que hoy enfrentamos para aprovechar esta promisorio escenario, esta necesidad que tiene el mundo de los minerales que Chile produce con claro y ventajoso liderazgo, es la resistencia de nuestros territorios mineros a quedarse solo con los costos asociados a esta industria. Crítica que algunos grupos han sabido utilizar, acusando a la industria de “extractivista”.

Pero quienes conocemos esta industria sabemos que eso no es verdad, porque la minería es mucho más: es un “ecosistema” rico, variado y de gran potencial.

Así lo entendemos en Minnovex, y por eso constantemente hemos abogado por una mirada más amplia, enfocada en gatillar la actividad económica del país y sus territorios, mediante encadenamientos productivos, de la mano de la adopción, adaptación y creación de tecnologías, especialmente en materia digital y de sustentabilidad.

Hoy parece que nuestra prédica está siendo acogida, como lo refleja lo ocurrido el pasado 2 de diciembre.  El trabajo de distintos actores, que se fraguó en el documento “Minería Verde para Enfrentar la Emergencia Climática”, representa un importante espacio de convergencia sociopolítica para impulsar políticas que nos permitan cimentar un ecosistema minero más sofisticado, innovador y sustentable.

¿Podemos ponernos de acuerdo para seguir avanzando hacia esa nueva minería? Ya hay camino andado ¡No dejemos pasar esta oportunidad!